A lo largo de su vida, quizá no haya cambios tan impresionantes en el ser humano como en el periodo de gestación, y en la Pubertad; en ambos eventos, la rapidez con la que se dan, y los mismos cambios, son espectaculares.
El púber te sorprende como día a día crece vertiginosamente, le tienes que comprar ropa más seguido y no porque la desgaste, simplemente porque ya no le queda.
Los cambios psicológicos te frustran; hoy obedece y mañana se reusa; hoy es lindo y acomedido, mañana es retador y poco participativo;
La madurez social; aquí es donde inician muchos problemas en la relación padres-hijos, los adolescentes enfocados en desprenderse de sus padres para integrarse socialmente y madurar, y los padres resistiéndose, por creer que aún no están listos.
En este proceso de independencia y autonomía progresiva, se corren muchos riesgos, el principal, que el adolescente se cierre a la influencia formadora de sus padres, en un afán de demostrarse así mismo que no los necesita para nada, sin embargo, es cuando más requiere de orientación acertada, y de un liderazgo paterno comprometido.
Muchos adolescentes se quejan del trato que les dan sus padres, de la falta de confianza que les tienen, de las restricciones de las que son objeto, y de las consecuencias exageradas que les aplican cuando comenten alguna falta, exhibiéndolos como enemigos, y no como padres.
Aún no conozco algún padre que conscientemente, decida arruinar la vida de su hijo por el tipo de disciplina que aplica, o el estilo de crianza que tiene, lo que si conozco y bastante, son padres con buenas intenciones, tomando decisiones equivocadas.
Ser padres de adolescentes no es fácil.
Psic. Gabriel Bello / especialista en adolescencia
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