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¡MI HIJO SUFRE POR SU EX!


La adolescencia, es una etapa en la que se carece aún de la madurez suficiente para hacerle frente, a los conflictos y a las emociones propias de un relación afectiva, y los padres se resisten a ello porque no quieren ver sufrir a sus hijos cuando terminen su noviazgo.

En los adolescentes, todo comienza con atracción física, y cuando se dan cuenta que hay correspondencia o reciprocidad, inicia el enamoramiento y con él, una serie de comportamientos ya bien identificados:

  • Ansias de estar siempre juntos

  • Deseo de no separarse

  • Buscan el contacto físico

  • Su pensamiento está centrado en esa persona

  • No hay una adecuada concentración académica

  • Solo hay ojos para ver lo bueno o positivo de la persona

Nadie nos enseña a enamorarnos, es una respuesta natural en nuestro organismo; algunas sustancias químicas se liberan en el cerebro, después circulan por todo el cuerpo haciéndonos sentir “en otro planeta”.

En medio de esta belleza de sucesos psicofisiológicos, el adolescente debe saber anticipadamente que desenamorarse, forma a parte del amor; al terminar esta relación, las emociones contrarias se harán presentes

  • Tristeza

  • Añoranza

  • Desilusión

  • Desidelización

  • Decepción

  • Enojo

  • Baja estima

  • Y depresión en algunos casos

Lamentablemente no se puede hacer mucho, es lo esperado, cuando el adolescente se enamora, un día terminará la relación. Lo que si debemos hacer como padres, es prepararlos para el noviazgo; que entren a esta experiencia sabiendo que habrá un final que no será nada agradable.

Es importante la cercanía y la comunicación que tengan con tu hijo; y en ese sentido, enseñarle que toda relación de noviazgo no será eterna, tendrá un final difícil, y que hay que estar preparado para ello, porque dejar ir a la persona que se ama, siempre será doloroso.

Padres, involucrarse para ayudarles a reparar la relación, a resolver, a pedir que se disculpen y la retomen, no es recomendable, es un asunto propio y de sus decisiones, de su madurez. Estar ahí para apoyarlos emocionalmente, es lo mejor.

 

Gabriel Bello

Psicólogo especialista en adolescentes

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